lunes, 14 de junio de 2010

CENTRO MÉDICO: JUAN AITA VALLE DE CIUDAD ETEN

 MODERNO CENTRO MÉDICO DE CIUDAD ETEN

 Ciudad Eten cuenta en la actualidad con un modernmo Centro Médico que lleva el nombre de Juan Aita Valle

El centro médico se ubica entre las intersecciones de la Avenida Mariscal Castilla y la calle

Los horarios de atención es solamente por la mañana

También atiende a pacientes de los distritos de Monsefú, Reque y Pto. Eten

AURELIO MIRÓ QUESADA SOSA EN CIUDAD ETEN

AURELIO MIROQUESADA SOSA
PERIODISTA, ESCRITOR Y DUEÑO DEL DIARIO “EL COMERCIO” DE VISITA EN CIUDAD ETEN


VISITA A ETEN

“POSAS” TEJIDOS Y CANTARES



Para el día siguiente se nos organizó un nuevo paseo. Hasta la parte posterior de la casa de la hacienda Cayaltí – junto al jardín florido que el sol hacía deslumbrante -, Gustavo Aspillaga había hecho venir un autocarril a recogernos. En él íbamos a visitar el pueblo de Eten, con su puerto afanoso y su Villa que duerme imperturbable, envuelta en el velo de misterio de su tradición y su leyenda.

Eten es el pueblo antiguo y legendario de Santa María Magdalena. Desde el camino empezamos a entrar en sus misterios, al ver la rústica capilla donde el 02 de junio de 1949, mientras se cantaban las vísperas de Corpus, apareció la imagen del Dios niño en la hostia consagrada. Reforzando el prodigio, cuando una inundación arrasó la ciudad y la hizo trasladar algo más lejos, lo único que se salvó de las furias del mar fue la capilla, que desde entonces se ha venido llamando “del Milagro”.

Eten es ahora una población tranquila, suave, simple. Calles rectas; casas por lo común de un solo piso. Una, que recuerdo de dos pisos y con sus buenas ventanas de hierro, se hallaba en la plaza principal, pero en estado muy ruinoso. En la misma plaza se levanta la iglesia, también pobre, con una torre más alta que otra, techo de zinc o “calamina”, y sin altar mayor, por haberlo perdido con las lluvias de 1925. Lo único que mantiene su carácter es la serie de imágenes de santos, de madera policromada y con telas antiguas.

Las festividades religiosas asignan todavía una animación muy especial a la vida modesta y apacible de Santa Magdalena de Eten. Hay procesiones, que terminan con cantos y cohetes, y se inician varios días antes con rivalidades entre los mayordomos o “cabecistas” y con reuniones pintorescas para la “labranza”, o arreglo y labrado de la cera. En A golpe de arpa (el sabrosísimo libro de folclore que siempre hay que citar al hablar de Lambayeque), se narran algunas de estas ceremonias, en que las andas van y vienen de la capilla hasta la iglesia, y pasan en ciertas esquinas bajo las “posas”, o arcos de caña brava, adornados con cintas, papeles de colores, huacos, cabritos, corderitos, o rimeros de lúcuma, naranjas, plátanos, limas y sandías.

La vida de los pobladores de Eten es sencilla. Sus casas tienen, por lo general, piso de tierra, paredes de adobe sin enlucir y techos con vigas torcidas de algarrobo. En dos o tres habitaciones se acomoda una familia numerosa; y solo hay un corral al fondo para el burro o “piajeno”, que tiene, por lo demás, derecho de recorrer toda la casa, con cierto aplomo de protagonista.

Los hombres trabajan, en buena proporción, como braceros en el ferrocarril. Otros tienen huertas o muy pequeñas chacras, y se dedican a la venta de verduras. A veces, siguiendo por las calles apartadas, y ya casi en el campo, se ven trapiches movidos por bueyes. En esos trapiches – que son muy frecuentes también en Monsefú -, se tritura la caña de azúcar, y el jugo que se colecta se lleva después a un recipiente amplio. De allí se le pasa a una paila, que se calienta por debajo, donde se forma la miel. Los etenanos, en todas estas labores, van con los pies descalzos; y es solo en las grandes ocasiones cuando sacan a relucir – aunque no sea sino por unos momentos – sus característicos botines de un color amarilla subido.

Las mujeres visten, casi uniformemente, falda negra y blusa blanca. Su labor principal, así como la de los niños, es el tejido de sombreros de paja, que constituye la industria más importante de Eten. Se les ve, en las puertas de las casas, tejiendo sin ver la paja, por la práctica y la destreza que ya tienen.

Eten, ha sido, además, el último refugio del idioma muchic; o, más precisamente, de un derivado o dialecto suyo, que los españoles llamaban “la lengua yunga pescadora”. En la actualidad casi puede decirse que ha desaparecido por completo. Sin embargo, hasta hace algunos años el estudioso alemán Enrique Bruning, durante su estancia en la ciudad de Eten, pudo anotar palabras que le sirvieron para complementar el valiosísimo Arte de la lengua yunga, publicado en 1644 por don Fernando de la Carrera, cura de San Marín de Reque.

… En Eten son comunes ciertas pronunciaciones peculiares. Es ya típico el cambio de la “o” por la “e”, en las palabras. Y así, al improvisar un saludo en verso por el cumpleaños de don Pedro Carrillo (comerciante que hizo fortuna en la compra y venta de la paja para sombreros), se formó la cuarteta que ya es clásica:

“Pajarite amarille”

Color de “alfalfe”

¡viva don P. Carrille”,

que hoy es su sante”!


Texto: COSTA, SIERRA Y MONTAÑA

Autor: AURELIO MIRÓ QUESADA SOSA

Empresa editorial: EL COMERCIO

Páginas: 62 al 65.




BIOGRAFÍA

Aurelio Miró Quesada Sosa nació en Lima el 15 de mayo de 1907, propietario del diario “El Comercio”. Viajó en diversas oportunidades a Europa, donde pasó temporadas más o menos largas, para perfeccionar su conocimiento en los idiomas inglés, francés, que dominó a la perfección. Ingresó a la Universidad Mayor de San Marcos, donde se graduó de Doctor en Letras en 1935, con la notable tesis “América en el teatro de Lope de Vega”. También estudió Derecho y obtuvo el título de abogado en 1931.

Desde muy joven se inició en el periodismo cultural y sus primeros artículos fueron sobre James Joyce, Jean Cocteau, Marcel Proust y la literatura casi desconocida en nuestro medio, de los países de Oriente. Entre los años 1933 y 1934 viajó por Europa y Asia de la que escribió en su libro VUELTA AL MUNDO (1936). Vendría luego los viajes por nuestro país.

Muy joven aún se incorporó a la docencia universitaria en San Marcos, en la Facultad de Letras, dictando el curso de Historia de la Literatura Castellana. Fue decano de esa facultad de 1948 a 1956. Este último año fue elegido rector, cargo al que renunció en 1957. Aurelio Miró Quesada ejerció paralelamente su labor académica con la periodística.

Entre sus obras destacan:

- Notas de tierra y mar ( 1942)

- José Antonio Miró Quesada (1945)

- El Inca Garcilaso de la Vega (1945)

- Lima, Ciudad de los Reyes (1946)

- Cervantes, Tirso y el Perú (1948)

- Diez notas de viajes (1954)

- El primer virrey – poeta en América: don Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaro (1967)

- Veinte temas peruanos (1966)

- Tiempo de leer, tiempo de escribir (1977)

- Historia y leyenda de Mariano Melgar (1978)

- Nuevos temas peruanos (1982)

El doctor Aurelio Miró Quesada dirigió el diario “El Comercio” desde 1980 hasta su muerte, ocurrida el 26 de setiembre de 1998. Fue director de la Academia Peruana de la Lengua y Presidente de la Academia Nacional de la Historia.