Para entonces la figura del Arpa Costeña, ofrecía una fisonomía muy diferente a su bisabuela hispánica. Su forma triangular, descansaba en una corpulenta caja de resonancia, cuya parte delantera se afirma en dos delgadísimas piernas, estando acondicionada para resistir los golpes del tamboreador, que acentuaba el ritmo de tristes, serranitas, tonderos y marineras. En su parte superior, una boca circular, que aumenta el vibrar del punteo, y resalta el golpe de puño y la diestra agilidad del “tamborista”. Ya no es un “tocador”, son dos ejecutantes, que se complementan a un solo ritmo y compás. El “arpista” propiamente dicho, y el “tamborista” que a una sus movimientos ágiles haciendo volar al mismo viento... Fuego, travesura, calor y sensualidad, de una fusión musical indo-negroide, que creció en Lambayeque para ejecutar a golpe de Arpa: marineras, resbalosas, tonderos, y festejos, zafias y cumbias, por aquel entonces en que ya la Independencia ¡también cantaba libre, sus aires populares y peruanos!
¡ARPA, DE RITMO ALEGRE, ALEGRE Y BRAVIO TOQUE!
La liberalidad trajo complicaciones en el desenvolvimiento musical de los ritmos inherentes al pueblo. Heredero de una larga etapa colonialista, y de una enrevesada psicología, se desarrolló un concepto social equivocado y se formaron dos grupos diametralmente opuestos en gustos y costumbres. Un sector aduciendo cierta solvencia económica, marginó al siguiente, y hasta se ahondó el prejuicio racial entre blancos y cholos.
Aquello quedó acentuado, y en los salones de cierta opulencia se bailaba con pianolas, (rollo y pedales) y los pianos de concierto que estaban en toda boga en Europa, y que ofrecían los “bailes de moda”.
El Arpa, y más tarde el pianito de manivela (organillo) por los inicios del siglo XX, estaban relegados a la masa popular y en su modesta misión de alegrar exclusivamente la “fiesta de indios y cholos”. ¿Cómo hubiera calificado la sociología moderna estos desaguisados músico - folklóricos ? Intuimos la respuesta.
La liberalidad trajo complicaciones en el desenvolvimiento musical de los ritmos inherentes al pueblo. Heredero de una larga etapa colonialista, y de una enrevesada psicología, se desarrolló un concepto social equivocado y se formaron dos grupos diametralmente opuestos en gustos y costumbres. Un sector aduciendo cierta solvencia económica, marginó al siguiente, y hasta se ahondó el prejuicio racial entre blancos y cholos.
Aquello quedó acentuado, y en los salones de cierta opulencia se bailaba con pianolas, (rollo y pedales) y los pianos de concierto que estaban en toda boga en Europa, y que ofrecían los “bailes de moda”.
El Arpa, y más tarde el pianito de manivela (organillo) por los inicios del siglo XX, estaban relegados a la masa popular y en su modesta misión de alegrar exclusivamente la “fiesta de indios y cholos”. ¿Cómo hubiera calificado la sociología moderna estos desaguisados músico - folklóricos ? Intuimos la respuesta.
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