Que el Arpa nuestra, chola y jaranera hizo bailar al más pintadito “blanquito”, es como dos y dos son cuatro... y, ¡cuatro y cuto, cuarenta y cuatro! (?). Al sentir el desaire de las ciudades “grandes”, el Arpa ya entronizada en el alma popular de Lambayeque, se infiltra aún más, en el nativisino telúrico y ancestral del indígena costeño, y se afinca dueña y señora en Reque, Santa Rosa, Monsefú, y muy especialmente en Santa Magdalena de Eten, donde aún hoy, se mantienen desafiando al tiempo, y defendiendo su vocación de artistas autóctonos del Arpa chola y costeña, sólo dos sobrevivientes: Uberdino Barrios Puican y Carlos Ángeles Quesquén. ¡Expresión folklórica que toca a su tierra!
En la riqueza narrativa anecdótica, por más de cien años de prevalecencía surge el arpa costeña a fijar un tiempo inolvidable, ¡que se va, y se fue!
“A golpe de Arpa”, la eterniza en el libro de Augusto León Barandiarán y de Rómulo Paredes. Raúl Vizcarra Ubillús, ilustrador y dibujante chiclayano, plasma en sus apuntes típicos su infalible figura en la fiesta campestre y casera.
En la riqueza narrativa anecdótica, por más de cien años de prevalecencía surge el arpa costeña a fijar un tiempo inolvidable, ¡que se va, y se fue!
“A golpe de Arpa”, la eterniza en el libro de Augusto León Barandiarán y de Rómulo Paredes. Raúl Vizcarra Ubillús, ilustrador y dibujante chiclayano, plasma en sus apuntes típicos su infalible figura en la fiesta campestre y casera.
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